domingo, 31 de julio de 2011


Hay en mi alma un pozo muerto, donde no se refleja el sol,
y del que huyen los pájaros con terrores de virgen ante un misterio de cadáveres.
Mi alma es un palacio de piedra, donde habitan los ausentes, trayéndome la sombra de sus cuerpos para alivio y compañía de mi vida.
Mi alma es un campo desbastado donde el rayo quemó hasta las raíces, y donde no puede florecer ni el cardo.
Mi alma es una huérfana loca, que anda de tumba en tumba buscando el amor de los muertos.
Mi alma es una flecha de oro perdida en un charco de fango.
Mi alma, mi pobre alma, es una ciega que marcha a tientas sin apoyo y sin guía.

De Teresa Wilms Montt

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